LA BIOGRAFÍA

La memoria de la tierra

La capilla ardiente, instalada en el Paraninfo de la Universitat de València. josé aleixandre

Hijo de una familia agrícola y autodidacta, bien pronto se interesó por la recuperación de la lengua

.F. A.

Enric Valor i Vives nació en Castalla (l´Alcoià) un 22 de agosto de 1911. Era el segundo hijo de una familia de propietarios agrícolas cuya economía estaba en decadencia. De su etapa de niñez, esa especie de caja negra en la que se registran episodios perennes en la memoria, conservaba en el recuerdo sus largas caminatas junto a su padre de caza por las escarpadas sierras de la Foia de Castalla. Su amor atávico por la comarca que lo vio nacer y por la naturaleza se incubó en ese contacto descarnado con la tierra en la que se escenificaron algunas de las historias de la literatura oral que después engordaron las páginas de su obra.

Cuando apenas había contado nueve 25 d´Abril, devoró entera la novela Madame Bovary. Antes incluso de que Primo de Rivera padre empezase a mandar, con apenas diez años estuvo a punto de entrar en la historia de los niños prodigio. Mientras sus amigos se ocupaban en juegos de calle, cuando la calle era un espacio de vida, él se preocupaba en darle oxígeno al protagonista de El secret del castell, al que embarcó hacia Italia, sin asegurarse antes de que el billete incluía la vuelta literaria. El libro jamás fue culminado y el niño no pudo coronar el prodigio.

En 1926, el matrimonio Valor i Vives se instaló en Elda, donde decidió montar una academia. Cuatro años después, a las puertas de la proclamación de la II República, Enric Valor acabó los estudios de profesor mercantil y trabajaba de secretario en la sección jurídica de la Unión de Fabricantes de Zapatos. Su quehacer profesional lo compatibilizaba con sus críticas de cine o alguna que otra incursión en el mundo del teatro, como apuntador. Leyó a Marx en sus tiempos de estudiante y bien pronto se afilió al Partido Comunista.

La labor de «El Tio Cuc»

Convenció, no sin emplearse a fondo, al director de la revista El Tio Cuc para que ésta se publicara en valenciano. El valenciano, la lengua que Valor tildaba de materna y que tan sólidamente se conservaba en Castalla, salió ganando. Fue en la revista donde se introdujeron las normas de Castelló, aprobadas en 1932. El editor, Coloma Pellicer, casi se arruinó. Con todo, Valor también lo convenció para que lo acompañase en la aventura política de la Agrupació Regionalista Alacantina, un partido de izquierdas que trataba de consolidar el valencianismo político. Entre los asistentes al acto de presentación -para el que se fletaron ocho autobuses desde las comarcas del norte- estaban Carles Salvador, Sanchis Guarner o Ignasi Villalonga. Además de El Tio Cuc, Enric Valor colaboró también en el diario El Luchador, también de Alicante, así como en El Camí, El País Valencià y La República de les Lletres, estás últimas de Valencia. Enric Valor hizo dos espacios semanales en valenciano en Radio Alicante, entre 1933 y 1934. Ese mismo año aterrizó en Valencia con su hermano para emplearse en una cooperativa arrocera.

A la vuelta del frente, donde estuvo como soldado republicano, se encontró en casa una silla y un espejo roto. En los años cuarenta se ganó la vida a remolque de la iniciativa de su hermano, un empresario capaz de salir adelante con una contrata de suministro de carbón, otra de maderas para la reconstrucción o una fábrica de motores.

Sus inquietudes literarias deambulaban entre las estanterías de la biblioteca del Ateneu y se dejaban caer en la tertulia que oficiaban Miquel Adlert y Xavier Casp, cuando estos últimos todavía no habían sido abducidos por un ángel de la guarda de las esencias patrias, revestido con túnica azul.

En aquellas reuniones clandestinas, Adlert y Sanchis Guarner le animaron a escribir las rondalles. Desde muy joven, Valor colaboró estrechamente con Carles Salvador y Sanchis Guarner suministrando materiales léxicos del valenciano meridional para realizar el Diccionari català-valencià-balear, dirigido por Francesc de Borja Moll.

En el marco de esa tertulia leyó L´ambició d´Aleix, que no pudo publicarse hasta 1960 y adulterada por la censura. El autor de Castalla reescribió, con 84 años, completamente esta novela porque, confesó, «no la podía soportar».

La apertura del régimen era tan ficticia que en noviembre de 1966 las entidades culturales seguían siendo sociedades secretas peligrosas y a los Valor les tocó pasar 28 meses en la cárcel Modelo por colaborar con Òmnium Cultural. Al salir de prisión se tropezó con que sus propiedades habían sido subastadas.

La labor docente del narrador y gramático Enric Valor se desarrolló en Lo Rat Penat, donde impartió cursos de valenciano, y en la Facultad de Filosofía y Letras de Valencia, entre otros ámbitos. Desde 1960 publicó numerosos artículos sobre temas de lingüística catalana referida al País Valenciano en los diarios Jornada y Levante y en la revista Gorg, de la que fue editorialista y director. Entre su prolífica creación divulgadora figura Lea valenciano en diez días (1965), Curso de lengua valenciana (1966), Millorem el llenguatge (1971) y Curso medio de gramática catalana referida especialmente al País Valenciano (1973). En 1983 publicó La flexió verbal, que va ya por su 23 edición.

«Rondalles valencianes»

De su obra narrativa, además de varios cuentos dispersos en distintas publicaciones, destacan las Rondalles Valencianes (1950-1958), de las que ha publicado 36 composiciones, de gran valor folclórico y narrativo, que ocupaban el primer y segundo volumen de la Obra literària completa. Con las más de mil páginas de rondalles, recogidas por la geografía valenciana, varias generaciones de alumnos se han familiarizado con el valenciano en las escuelas e institutos valencianos. Después fueron editadas en ocho volúmenes para la Federació d´Entitats Culturals (1984) y posteriormente han sido editadas en adaptación para niños por Rosa Serrano en Gregal. Se imprimieron 216.000 ejemplares.

Narracions de la Foia de Castalla (Barcelona, 1953), Meravelles i picardies (1964-1970) y las obras del denominado Cicle de Cassana: Sense la terra promesa (1980), Temps de batuda (1983) y Enllà de l´horitzó (1991), son otras de sus creaciones.

Enric Valor obtuvo, en 1985, el Premi de les Lletres Valencianes y, dos años después, el Premi d´Honor de les Lletres Catalanes. En 1993, fue nombrado doctor honoris causa por la Universitat de València y, en 1998, por la de las Islas Baleares. El año pasado, ese mismo reconocimiento, a las puertas de la muerte, le llegó de las Universidad Jaume I de Castellón, de la de Alicante y de la Universidad Politécnica de Valencia.


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